Mahler: discografía esencial. Sinfonía Nº 2.
Mi propuesta de grabaciones
En estas secciones finales, haré una egoísta selección de las que en mi modesta opinión, deben constituirse en una biblioteca de referencia. Al margen de las primeras grabaciones históricas ya discutidas, propondré mis candidatas para que sean compartidas con los lectores a propósito de estas líneas y como parte del esfuerzo editorial que está haciendo Oído Fino en la doble efemérides de este año (el 7 de julio celebramos los 150 años del natalicio de Mahler) y el próximo año, lo haremos al siglo de su temprana pérdida.
Sir Georg Solti y la Sinfónica de Chicago. Esta grabación es uno de los mejores registros que conozco en todos los planos posibles, mi eterna favorita en cuanto a esta obra maestra. Pero, adicionalmente, la calidad técnica de interpretación aunada con la excepcional toma de sonido realizada por los ingenieros de Decca-London, es de primerísimo nivel. Solti fue sin duda un gran malheriano, sus registros siempre los he encontrado entre lo mejor producido. De esta obra, Solti nos legó dos grabaciones notables, una con la Sinfónica de Londres grabada en los años ’60, y ésta. Ambas son notables. Quizás este registro (con la soprano Isobel Buchanan y la contralto Mira Zakai) se lleva mis palmas por la calidad de la toma de sonido digital y por la vehemencia de los tempi. Es una interpretación fuerte y muy intensa, en donde las solistas y los coros tienen un rol preponderante y decisivo para el impacto final del registro (véase como ejemplo, la desastrosa combinación que hizo Sir Simon Rattle con la City of Birmingham Symphony, en la que los coros arrastran por el suelo a la interpretación total).
Lenny Bernstein y la Filarmónica de New York de 1987. Sencillamente no se puede obviar a Lenny en este podio. Las tres lecturas en disco que nos legó el gran Bernstein de esta obra son espectaculares. En vida, Lenny le dedicó mucha devoción a Mahler, y sobre todas sus obras, a esta en especial. Con esta obra celebró su concierto 1.000 con la Filarmónica de Nueva York.
La primera grabación data de 1961 (editada en 1963, ahora disponible en Sony SM2K 63159, o como parte de la recopilación integral de la sinfonías de Mahler SX12K 89499), fue una interpretación intensa, casi a la manera de la Solti, con un uso magistral de los coros y la orquesta, particularmente en el majestuoso final, en donde disminuye un poco la ardiente intensidad de los cuatro primeros movimientos hacia un final más pomposo y energético. En 1973 hizo una grabación con la Sinfónica de Londres en la que muchos le critican que se tomó muy livianamente la interpretación, con un resultado final muy blando.
Al final de sus días, en abril de 1987, de una toma en vivo, de nuevo con su querida Filarmónica de Nueva York (además de la soprano Barbara Hendricks y la contralto Christa Ludwig), hace una lectura hiperintensa y drámatica, que arrastra al escucha al borde de las sillas con una visión extraterrenal apabullante. Es una de las más largas de todas las grabaciones que conozco, encima de los 93 minutos, lo cual para nada nos dice de lentitud y reposo, sino que de intensos climax y metafísicos silencios…una joya, un legado…
Klaus Tennstedt y la Filarmónica de Londres en 1989. La tercera selección, la desconocía, hasta que mi querido amigo Polo del Grupo Yahoo! «Grandes conductores», me la volvió a poner en escena… Un maravilloso e intenso registro de Klaus Tennstedt con la Filarmónica de Londres (las solistas: Yvonne Kenny y Jard van Nes) grabado en vivo en un concierto en 1989. La lectura es intensa y fuerte, con tempi reposados y majestuosos, a medio camino entre la visión metafísica de Lenny y la intensidad de Solti. Es la lectura más extensa, gracias especialmente a una expresión intensa del primer y último movimiento, pero en especial, el segundo movimiento en esta lectura alcanza una expresión pesada y lúgubre en extremo.
Michael Gielen y la Orquesta Sinfónica de la SWR de Baden-Baden y Friburgo. Esta interpretación es intensa y acelerada, con tempi que recuerdan a la grabación de Walter y Klemperer, pero con una fuerte intensidad dramática en el último movimiento.
Forma parte de un ciclo que Gielen preparó para la SWR, entre 1986 a 1995, y que catapultó internacionalmente a la orquesta en varias presentaciones mundiales, con amplio reconocimiento. Las cantantes: Juliane Banse (soprano) Cornelia Kallisch (contralto).
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