Sinfonía Órgano: fruto exquisito del genio de Saint-Saëns
En el nutrido repertorio sinfónico con que contamos los oyentes al día de hoy, tenemos obras que destacan por su innovación, por su perfección formal, por su heterogeneidad. Hay otras, en cambio, brillan tan sólo, y nada menos que, por su belleza. La Tercera Sinfonía de Camille Saint-Saëns exhibe las credenciales como para destacar por cualquiera de las dos primeras variables, pero sin lugar a dudas, sobresale por la última de ellas. Es una demostración de un genio, el francés, que, inmerso en el período romántico, tenía capacidad como para, sin desentonar con las obras de un Liszt o un Berlioz, entroncar también con la tradición de las formas racionalistas del clasicismo.
Esta Tercera Sinfonía (que en realidad fue su quinta obra sinfónica) es un buen ejemplo. Una obra que desborda lirismo y pulcritud formal, pero también se atreve a incorporar un instrumento majestuoso como el órgano para sumarlo al cuerpo orquestal no como en un concierto solista, sino al grupo normal de la partitura (algo similar haría después Mahler con sus Segunda y en especial Octava sinfonías).
En esta versión, el director coreano Myung-Whun Chung (destacado intérprete de autores franceses como Duruflé, Fauré o Messian, un compositor, este último, que escribió gran parte de su obra para órgano), conduce a la magistral Royal Concertgebouw Orchestra en un concierto del 16 de octubre de 2005, con Leo van Doeselaar en el órgano.
Esta toma en vivo, a cargo de Avro y producida por la Radio 4 holandesa, es otro de los registros que la agrupación de Amsterdam ofreció como regalos a los oyentes en el festejo de su 120º aniversario.
La presente entrega ha sido preparada para esta descarga con los cortes entre movimientos (a diferencia de la descarga original), e incluye las portadas diseñadas por la RCO. A continuación, se ofrece el texto del sobre interno, en traducción de mi autoría:
«El muchacho lo sabe todo, y su única carencia es la falta de experiencia», fue el dictamen de Hector Berlioz sobre su colega y protegido de 32 años, Camille Saint-Saëns (1835-1921). El propio Saint-Saëns decía que la composición le venía de manera natural: «Produzco música del mismo modo que un manzanero produce manzanas». Tenía 14 años cuando murió Chopin y 78 cuando asistió al estreno de La consagración de la primavera, de Stravinsky. Además de la música, Saint-Saëns abarcaba otras ocupaciones, como la astronomía, la arqueología y la filosofía, y los artículos que escribió sobre estos temas son altamente valorados por los profesionales de esos campos. También publicó obras de teatro y colecciones de poemas. Saint-Saëns sentía una gran admiración por Franz Liszt, sentimiento que era recíproco. Después de escuchar a Saint-Saëns improvisar en el órgano, Liszt lo bautizó como el más grande organista del mundo. Saint-Saëns, en respuesta, organizó conciertos en los que dirigió obras de Liszt.
En 1886, el mismo año en que escribió El carnaval de los animales, Saint-Saëns compuso su tercera sinfonía (en realidad era la quinta, pero él consideraba sus dos sinfonías de juventud como meras piezas de estudio. Al igual que César Franck, que compuso su sinfonía en 1886, Saint-Saëns hizo uso de una técnica cíclica: ciertas melodías y pequeños motivos son escuchados en cada movimiento, creando una unidad a gran escala entre ellos. Una de característica distingue a esta sinfonía, y es que el órgano se transforma en un instrumento de la orquesta, y de ahí que se la conozca como «Sinfonía Órgano». Saint-Saëns dedicó la composición a la memoria de Franz Liszt, quien había muerto en 1886.
En 1977, Yvonne Keely se mantuvo por 17 semanas en el top 40 con la canción If I had the words, que está basada en el último movimiento de la Sinfonía Órgano de Saint-Saëns.
Hola
ResponderEliminarMira donde te he venido a encontrar. yo te leia desde los círculos y paginas racionalistas (en Razón Atea) y ahora te he encontrado aquí enlazado desde el blog del querido Cuervo López.
Estare dando muchas vueltas por aqui, ya que tenemos al menos 2 intereses comunes, el pensamiento racional y la buena música.
saludos
Saint-Saëns: Sinfonía Nº 3 «Órgano»
ResponderEliminarFernando G. Toledo sostiene que:
"Es una demostración de un genio, el francés, que, inmerso en el período romántico, tenía capacidad como para, sin desentonar con las obras de un Liszt o un Berlioz, entroncar también con la tradición de las formas racionalistas del clasicismo".
Este párrafo sólo pudo ser obra de un genio. Sólo un genio puede ver y compartir con los demás el profundo carácter de otro genio.
Saludos
ARIAS:
ResponderEliminarNo sea así. Seguro que a todos les dice lo mismo...