Perspectiva «mística»
>>PACO MARÍN
Parece que de la purga trascendentalista que durante más de década y media ha catapultado nombres no demasiado fiables al cielo de los despropósitos, al final se salva Arvo Pärt. Es el único, o casi, de los consagrados del minimalismo y corrientes paralelas que ha demostrado que se puede ser escueto y denso sin hacer tonterías ni quedarse en la piel de la música, y el reciente Litany ha puesto las cosas en su sitio: donde era vaticinable una caída, tuvo lugar una levitación. Ahora llega una nueva entrega, siempre igual a sí misma, de algunas de las composiciones «tintineantes» que se mueven en ese referente medievalista que suele evocarse cuando se habla de su obra. Arrancando de la simplicidad tonal, las nueve piezas son un recorrido por treinta años de composición pärtiana, abarcando de Missa Silabica, el Cantate Domino y la Summa, todas de 1977, hasta la revisión efectiva de la primera, que se de 1996; y en el origen, el fastuoso Solfeggio, de 1966. Treinta años, y en todas estas páginas se vuelve a encontrar la misma estirada anacronía; la misma intención de trabajar las emociones –religiosas, por supuesto– desde su descomposición y su nueva formulación extraordinariamente gélida.
El juego insobornable que Pärt enuncia a través de la palabra; su manera de convertir el texto en vehículo único de emociones, combina su dominio técnico con una suma de referentes simbólicos que multiplica la efectividad de las obras, dotándolas de un peso especial. Puede oírse como relax, pero entonces no se oriá, y uno se quedará en puertas de un modesto pero enjundioso milagro. Así, Solfeggio es una composición de las que merecen ser tenida en cuenta en la futura redacción de un diccionario de símbolos musicales con una utilización del órgano realmente notable; y el bordado aparentemente blanco de la Missa Silabica, esconde equilibrios impensables en cualquier otro autor. ¿Y Summa?, ¿o las Siete antifonías... con su incursión fuera del lenguaje latino habitual en Pärt?, ¿o el Magnificat?, ¿o el vehemente De Profundis? Todas ellas tienen la virtud de explicitar, en un buen disco, la manera de remover el lenguaje de que se sirve el estonio, convirtiendo la plegaria en una herramienta de investigación musical desconcertamentemente fuera de los baremos temporales.
En cuanto a la interpretación de Theatre of Voices y a la dirección de Paul Hillier (Pärt ya es para este hombre como una especie de segunda alma), lo menos que se puede decir es que todos saben encontrar el nexo espiritual sobre el que levantar una arquitectura enormemente efectiva. Cada obra está tratada con un tempo que se pliega en blanco sobre la intencionada espiritualidad d ellas composiciones y los recitados son resueltos con una humildad que da credibilidad a las oraciones por encima de cualquier matiz confesional.
Hillier trata al autor desde la perspectiva mística que éste requiere, y aunque eso nos impida la ironía de una distancia más crítica, hoy por hoy resulta la única manera de extraerle el jugo. Quien quiera Pärt tendrá que morir en su terreno; a estas alturas nadie puede discutírselo.
Publicado en revista CD Compact, Nº 97, marzo de 1997.
Estimado P. Marín
ResponderEliminarmuy buenos sus comentarios. ciertamente litany también me parece la mejor obra de Aarvo Part hasta el momento. De acuerdo con que The Theatre... y Hillier hacen brillar cualquiertipo de música. Perocreo que debería revisar sobre la obra Litany, que no es reciente sino que debe datar de al menos unos 14 años! de editada. No sé cuándo fue compuesta, claro frente a las que ud. nombra es reciente. Del minimalismo hay muchos autores 'rescatables'. Yo sin dudar demasiado diría por ejemplo M. Nyman. Pero el arte además de su aspecto técnico e innovador también es cuestión de 'gusto' como diría Gadamer.
Saludos Cordiales
hugo z