miércoles, 28 de julio de 2010

Wagner - El anillo del nibelungo (3/5): La valquiria


La valquiria



La valquiria, también con libreto y música del propio Richard Wagner, es la segunda de las cuatro óperas que componen el ciclo El anillo del Nibelungo y la primera jornada del mismo, tras el prólogo que representa El oro del Rin. Fue estrenada en el Hoftheater de Múnich el 26 de junio de 1870, con August Kindermann como Wotan, Heinrich Vogl como Sigmundo, Therese Vogl como Siglinda y Sophie Stehle como Brunilda.
La valquiria, separada de las otras óperas del ciclo, ha gozado siempre de vida propia, y de las cuatro es la más representada.
Wagner se inspiró en la Saga Volsunga islandesa. Aquí, las valquirias son las hijas del dios Wotan y la diosa Erda (la madre tierra), concebidas como doncellas guerreras para defender el Olimpo germánico, el Walhalla, del acecho de los nibelungos, y recoger las almas de los héroes muertos en batalla para llevarlos a su descanso eterno.
La valquiria preferida de Wotan es Brunilda, que representa su verdadera voluntad por sobre los designios de su esposa Fricka (diosa del matrimonio). Será Brunilda quien desobedecerá a su padre y desatará la tragedia resultante en El ocaso de los dioses.
La famosa introducción al tercero y último acto describiendo a las guerreras semidiosas en sus corceles se conoce como Cabalgata de las valquirias.

Sinopsis de la obra (tomada de la Wikipedia)

Fanfarria de Bayreuth 2009 para La valquiria



Acto I
Es importante entender que durante este acto, Wagner juega con los nombres e identidades de los personajes. La programación revela los nombres de algunos de los personajes, pero Wotan, Sigmundo (Siegmund, nombre que significa «protector de la victoria» o «escudo») y Siglinda (Sieglinde, cuyo nombre significa «victoria apacible») no revelan los suyos hasta la parte más tensa de este acto.
Durante una tormenta muy violenta, Sigmundo busca refugio en la casa del guerrero Hunding. Éste no se encuentra en su aposento, por lo cual Siglinda, la muy descontenta esposa de Hunding, recibe a Sigmundo, que cuenta a Siglinda que está huyendo de sus enemigos. Luego proceden a beber hidromiel y Siegmund se prepara para irse, ya que revela que parece que la mala fortuna lo persigue. Siglinda le ruega que se quede y le comenta que no puede llevar mala fortuna a la casa en donde la mala suerte ya habita.
Cuando Hunding regresa a su hogar se lo piensa dos veces antes de ofrecerle posada a Sigmundo, aunque por tradición se ve obligado a dársela. Siglinda se siente cada vez más fascinada por el huésped y le pide que le cuente la historia de su vida. Sigmundo empieza a narrar que en un viaje a casa junto a su padre encontró a su madre muerta y que su hermana había sido secuestrada. Luego viajó con su padre hasta que ambos tomaron distintos caminos.



Escenografía de Josef Hoffmann para La valquiria en el Festspielhaus de Bayreuth en su inauguración en la temporada de 1876


Un día Sigmundo se encontró con una niña que estaba siendo obligada a casarse y para defenderla luchó contra sus parientes. Las armas de Sigmundo fueron dañadas y la niña murió, por lo cual tuvo que huir y buscar refugio en la casa de Hunding. Al principio Sigmundo no revela su nombre y se hace llamar Woeful (que podríamos traducir por «lleno de aflicciones»).
Una vez Sigmundo termina su relato, Hunding revela que él es una de las personas que estaba persiguiendo al guerrero. Hunding permite que Sigmundo se quede una noche más, pero al amanecer deberán luchar uno contra otro. Hunding se retira, ignorando las preocupaciones de Siglinda. Sigmundo lamenta su mala fortuna y recuerda el augurio que su padre le había hecho: encontraría una espada cuando más la necesitara.
Siglinda regresa y revela que puso un tipo de droga en la bebida de Hunding para que se durmiera profundamente y luego revela que ella se había visto obligada a casarse con Hunding. Durante el banquete de bodas, un hombre de edad avanzada había aparecido y había clavado una espada en el tronco de un fresno; ni Hunding ni sus compañeros habían podido sacar la espada del árbol.
Siglinda revela su atracción por aquel héroe que pudiera sacar la espada y liberarla. Sigmundo expresa su amor por Siglinda y ella lo corresponde, y mientras ambos empiezan a revelar sus sentimientos, Siglinda descubre por qué la voz y el físico de Sigmundo le resultan tan parecidos. Sigmundo revela que el nombre de su padre era Wälse, Siglinda le dice que su nombre es Sigmundo, no Woeful, y que el anciano había dejado una espada para él.
Sigmundo saca del fresno fácilmente la espada y Siglinda revela su propio nombre, además del hecho de que ella es la hermana de Sigmundo. Éste nombra a la espada «Notung» (que podríamos traducir por «la necesaria») y luego él y Siglinda huyen de la casa de Hunding.

Acto II
Wotan se encuentra en una montaña con Brunilda, su hija, que a su vez forma parte de las valquirias, y le ordena que proteja a Sigmundo cuando se enfrente a Hunding. Fricka, esposa de Wotan y diosa del matrimonio, aparece y demanda que Sigmundo y Siglinda sean castigados por cometer adulterio e incesto. Fricka sabe que Wotan, disfrazado como un mortal llamado Wälse, es el padre de Sigmundo y Siglinda.
Wotan argumenta que necesita a un héroe que no tenga relación alguna con él para llevar a cabo sus planes, pero Fricka lo contradice al afirmar que Sigmundo no es más que un peón para Wotan. Éste se ve acorralado y promete que Sigmundo morirá.
Fricka se retira y Brunilda se queda con su padre, ahora notablemente desesperado. Wotan narra sus problemas: Erda le había dado una advertencia a Wotan al final de El oro del Rin y éste había seducido a la diosa de la tierra (Erda) para poder averiguar más sobre dicha profecía. Brunilda nació de esta unión.
Wotan crió a Brunilda y otras ocho hijas como las valquirias, guerreras encargadas de recolectar las almas de los héroes caídos para poder formar un ejército para luchar contra Alberich. El ejército del Valhalla fallaría si Alberich llegase a apoderarse nuevamente del Andvarinaut («el anillo mágico»), el cual se encuentra en las manos de Fafner.
El gigante se convierte en un dragón utilizando el Tarnhelm («yelmo mágico») y se queda en un bosque con el tesoro de los nibelungos. Wotan no puede quitarle el anillo a Fafner, ya que Wotan lo otorgó bajo una promesa y por lo tanto necesita a un héroe que derrote a Fafner en su nombre. Sin embargo, justo como dijo Fricka, Wotan solo podría crear esclavos para sí mismo. De mala gana, Wotan ordena a Brunilda que asesine a su amado hijo Sigmundo.
Sigmundo y Siglinda se encuentran en un camino que pasa entre una montaña cuando Siglinda se desmaya por cansancio y remordimiento. Brunilda se aparece y revela el destino de Sigmundo. Sigmundo rehúsa a seguir a la valquiria al Valhalla cuando descubre que Siglinda no podrá ir con él. Brunilda queda impresionada por el valor de Sigmundo y decide proteger al guerrero en vez de matarlo.
Hunding aparece y ataca a Sigmundo. La bendición de Brunilda da un poder extraordinario a Sigmundo que le permite dominar a Hunding, pero Wotan se presenta y destruye la espada Nothung con su lanza. Sigmundo se encuentra desarmado y Hunding acaba con la vida del guerrero. Brunilda huye, pero no sin antes llevarse a Siglinda y a los restos de Nothung. Wotan ve con gran tristeza el cuerpo de su hijo y luego mata a Hunding, para finalmente perseguir a Brunilda.

Acto III
Las otras valquirias se reúnen al pie de la montaña, cada una con un héroe en su bolso. Las valquirias se sorprenden cuando Brunilda aparece con una mujer que todavía está viva. Brunilda pide ayuda, pero sus hermanas no osan desafiar las órdenes de Wotan. Brunilda decide distraer a Wotan mientras Siglinda huye. También revela que Siglinda quedó embarazada de Sigmundo y nombra a su hijo Sigfrido (Siegfried, que significa «alegría en la victoria» o «paz en la victoria»).
Wotan aparece furioso y castiga a Brunilda: su hija deja de ser una valquiria y se ve despojada de su inmortalidad; además, la condena a que duerma cerca de la montaña y sea presa fácil para cualquier hombre que pase por ahí. Las demás valquirias temen por sus propios destinos y huyen. Brunilda pide misericordia y le recuerda el valor de Sigmundo y su decisión de protegerlo, y que eso era lo que Wotan realmente deseaba.
Wotan le concede una llama mágica que la protegerá de todos menos del guerrero más valiente (que, según se le revela al público, ambos saben será Sigfrido). Wotan pone a Brunilda sobre una roca y la somete a un estado profundo de sueño. Wotan llama a Loge, dios del fuego, para que cree la llama que protegerá a Brunilda. Despojado de dos de sus hijos, Wotan se retira con una gran tristeza.


Momentos musicales de La valquiria

En La valquiria entran en acción los hombres, los héroes, aquellos capaces de anteponer el ideal a la propia vida, y con ellos entra una nueva emotividad, que se torna avasalladora en manos de Wagner. El romanticismo de la obra llega a niveles inalcanzables; el amor inflamado hasta el paroxismo, rebelde y transgresor de Sigmundo y Siglinda, las luchas y muertes trágicas en el entorno de una insurrección, la de Brunilda, la valquiria que se enfrenta a las convenciones del poder establecido, exigidas por Fricka, y se atreve a no cumplir las órdenes de Wotan actuando en defensa del amor verdadero.
Comprensivo el dios, obligado a castigar la rebeldía de su hija predilecta en función del poder que detenta, deja traslucir un sentimiento que le une a los humanos: la compasión.
En los llamados «adioses de Wotan» se reflejan la determinación de infligir un terrible y ejemplar castigo a la rebelde junto al inmenso dolor del padre por la pérdida de su amada hija, a la que condena a dormir para siempre en la roca, rodeada de fuego eterno, hasta que un hombre sin miedo, el héroe puro, la rescate.
Momentos significativos son la magnífica obertura, ejemplo de música descriptiva donde la haya; trate el oyente de escuchar este fragmento inicial, con los ojos cerrados mientras imagina a Sigmundo, envuelto en la oscuridad de la noche, mientras corre, derrotado, desesperado, por el bosque tratando de que no le den alcance los enemigos: llueve, en su carrera sortea árboles, rocas, ramas, y de pronto se desencadena una terrible tormenta; al fin llega a un calvero y allí, bajo un gran fresno, divisa las luces de una casa…
Desde este momento y hasta el final una sucesión de deliciosas melodías nos relatarán los amores de Sigmundo y Siglinda; la extracción de Nothung (la espada que antaño clavó Wotan en el fresno del mundo y destinada a alguien de su estirpe); la controversia entre la felicidad doméstica defendida por Fricka contra la fuerza de la pasión heroica; la batalla final de Sigmundo; la defensa de Brunilda y la intervención de Wotan para hacer cumplir sus órdenes.
La enfática cabalgata de las valquirias, que recorren el campo de batalla recogiendo los cadáveres de los héroes muertos para llevarlos al Valhala, da paso al castigo a Brunilda y la despedida de Wotan:

¡Adiós, osada, magnífica niña!
¡Tú, de mi corazón el más sagrado orgullo!
¡Adiós! ¡Adiós! ¡Adiós!

La versión ofrecida

Continuando con el ciclo del mismo año, es decir, la grabación tomada el 14 de agosto de 1956 en el Bayreuther Festspielhaus con Hans Knapperstbusch dirigiendo la Orquesta del Festival de Bayreuth, La valquiria cuenta con el siguiente reparto:

Siegmund - Wolfgang Windgassen
Hunding - Josef Greindl
Wotan - Hans Hotter
Sieglinde - Gré Brouwenstijn
Brünnhilde - Astrid Varnay
Fricka - Georgine von Milinkovic
Helmwige - Hilde Scheppan
Gerhilde - Paula Lenchner
Ortlinde - Gerda Lammers
Waltraute - Elisabeth Schärtel
Siegrune - L. Ch. Kamps
Grimgerde - Georgine von Milinkovic
Schwertleite - Maria von Ilosvay
Rossweisse - Jean Madeira


Astrid Varnay

Pasado mañana, viernes 30 de julio, volveremos con todos ustedes con Sigfrido, y también en la versión de Knappertsbusch, y en la temporada de Bayreuth en 1956, para continuar con nuestro ciclo.
Aquí les esperamos.
¡Salud, paz, sonrisas, cordiales saludos y a disfrutar!

3 comentarios:

  1. Pero qué concurrencia tan descortés tenemos... con lo bien que quedó este artículo y nadie que, a esta altura, haya comentado o agradecido al Gato y al León...

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  2. Ciertamente.

    Mil gracias Sr Gato (esto suena al gato de Alicia)...

    Desde mi juventud no sentia ese entusiamo por Wagner... (años despues sería atrapado por Mahler), pero me recordaste ratos muy agradables dedicados al anillo hace ya más de 20 años

    Un abrazo

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  3. Felicitaciones por este artículo...
    Aunque debo señalar otra falla... donde dice: "la espada que antaño clavó Wotan en el fresno del mundo...", en realidad el fresno donde estaba construida la casa de Hunding no es el fresno del mundo... recuerdese que en el Götterdämmerung, el fresno del mundo se había ya secado hace mucho tiempo cuando Wotan arrancó de él una rama con la que se forjó la lanza de los pactos...

    Igualmente, saludos a todos los seguidores
    Carlos R

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