lunes, 23 de noviembre de 2009

Ravel - Piezas orquestales - Ozawa


Inspirado por la danza

>>MARIE-PIERRE LASSUS
Traducción de Laureano Ramírez

Todas las obras aquí recogidas tienen una relación más o menos directa con la danza; de algunas ya lo revela el título (Bolero, Minueto antiguo, Pavana para una infanta difunta, El vals), en otras la similitud es menos manifiesta (las dos piezas para piano extraídas de Espejos). Una barca sobre el océano nos mece sobre las olas al ritmo de una barcarola, la Alborada del gracioso hace generoso uso de ritmos de danzas españolas. El vals (1920) y Bolero (1928) tienen algo más en común: compuestas apenas al término de la guerra, ambas nos transmiten una visión trágica en su estructura formal, ambas parecen dos versiones de un mismo «estudio» sobre el crescendo, sobre el caos inmenso del mundo de 1914, evocado en su terrible inevitabilidad. En Bolero el crescendo está sabiamente dosificado en sutilezas orquestales (las cuerdas sólo aparecen en la decimotercera repetición del tema en ostinato); en El vals el impulso espontáneo del tema «vienés» es continuamente interrumpido por bruscos contrastes de intensidad que se diluyen en un frustrante pianissimo. Un combate cada vez más enconado entre el accelerando y el rallentando, avivado en el tenaz conflicto temático, pone fin a una partitura llena de sonoridades propias de Stravinsky (en la que siempre encontramos los «orgiásticos» de la Danza de la primavera).
El Minueto antiguo y la Pavana para una infanta difunta pertenecen al período de «juventud» del compositor y son obras de las que Maurice Ravel siempre renegaba. La imitación es notoria en este minué tan parecido al Minueto pomposo de Chabrier, previamente orquestado por Ravel (las misma candencias muy marcadas al final de la frase). Nos preguntamos qué hace «anticuado» al de Ravel: ¿la ausencia de sensibilidad, o el humor deliberado? La Pavana para una infanta difunta muestra su espíritu lúdico ya en las mismas aliteraciones de su extraño título, cuyo sentido morboso no desmerece de la atmósfera melancólica que impregna la obra. Era excepcional en Ravel que tal atmósfera se mantuviera por mucho tiempo; pero el músico no logrará librarse jamás de ella y hallará malicioso placer en «suprimir el pathos». Quizá esté aquí la verdadera razón del descrédito en que el músico tenía a esta obra: «¡Ya no veo en ella cualidades sino defectos! ¡La influencia de Chabrier es demasiado notoria, y la forma demasiado pobre!».
La Alborada del gracioso no logra aclarar esa extraña contradicción tan específicamente raveliana: la excesiva exuberancia (que le viene de su amor a España) unida al pudor más extremado. Tras una introducción «hiriente», una melodía emocionada y solitaria en el fagot desgrana su pena (el registro agudo de este instrumento se presta muy bien a ello); pero parece apenas dura, pues la orquesta recupera el dominio e impone su inicial exuberancia característico del «genio de la orquesta» que es Ravel. «Aprecio más la alegría de vivir expresada en la danza que toda la austeridad franckista (se refiere a César Franck)»: esta afirmación confirma la importancia psicológica y estructural que tiene la «actitud» coreográfica de Ravel, entendida como retorno a las fuentes de la música, a las fuentes del «arte en movimiento».

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Después de esta presentación de las obras podremos escuchar estas versiones de las piezas de Ravel, en una excelente versión de Seiji Ozawa al frente, cómo no, de la Boston Symphony Orchestra.

6 comentarios:

  1. Estimados caballeros, gracias por el excelente post, mas hay un archivo, el 2, que aparece como "dañado".
    Gracias.

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  2. Grandebulla:
    Revisaré los enlaces esta tarde, pero no me extraña, dado el funcionamiento de Mediafire en las últimas semanas...

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  3. Ahora sí que funcionan al 100%. Excelente post y gracias maestro!!

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  4. Elgatosierra al aparato
    Este disco de obras de Ravel por Ozawa con la Sinfónica de Boston es maravilloso. A la misma altura, por lo menos, de los extraordinarios de Abbado con la Sinfónica de Londres y Dutoit con la de Montreal.
    Parece mentira de haya podido profundizar tanto en Ravel, lo que demuestra su maestría en el manejo de la orquesta.
    Para este Ravel del maestro japonés y su orquesta: ¡CHAPEAU!
    Para mí, solo Martinon con la Orquesta de París es superior a todos ellos.
    Salud, paz y una sonrisa por favor.
    Elgatosierra

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