Minimalismo y poesía
Philip Glass (Estados Unidos, 1937) ya figura en las enciclopedias y lo más frecuente es que su cristalino nombre vaya unido al adjetivo «minimalista». Bajo ese mote, es verdad, Glass ha encontrado un lugar en la teoría.
Feliz continuador de herencias diversas (los acordes quietos de Erik Satie, la pluralidad sonora de Charles Ives, el milenario secreto de la música de la India), Glass produjo obras paradigmáticas del minimalismo, y la ópera Einsten on the Beach quizá sea la mejor muestra.
Pero el compositor tiene otra virtud, además de los hallazgos musicales que ha aportado al arte contemporáneo, y es su versatilidad. Por eso se lo ha oído componiendo música para películas, canciones y obras entre la ópera, la comedia musical y la cantata.
En ese registro difuso se ubica Hydrogen Jukebox, el impresionante conjunto de poemas de Allen Ginsberg (ícono de la generación beat, muerto en 1997) que grabó en 1993.
Hydrogen Jukebox, obra comisionada por el Festival Spoleto de los Estados Unidos, ofrece poemas y fragmentos de poemas antibélicos de Ginsberg, entre ellos el monumental Aullido, en el que se invocan la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto, Vietnam y la decadencia del «imperio» americano.
Para tan ambiciosa propuesta, Glass armó una orquesta particular (teclados y sintetizadores, flauta, saxos y percusiones) que junto a un notable ensamble vocal (dos sopranos, una mezzo, un tenor y dos barítonos) se sumaron al piano de Glass y el recitado del propio Ginsberg. ¿El resultado? Una obra musical que respira poesía, exuda violencia, belleza, pasión y tiene, claro, una impronta minimalista. Sólo que Glass la enriquece interpretando con sus arreglos los desbordantes textos del poeta, que a priori habrían parecido por su megalomanía casi opuestos a la estética del compositor.
En el sobre que acompaña la edición del CD, el propio Glass comenta la novedad que representó para él ponerle música a estos versos. Luego de recordar otras experiencias poéticas, dice que al componer descubrió que «con Jukebox estaba trabajando con un lenguaje vernáculo, que todos conocíamos. Para este propósito, nada mejor que la poesía de Allen, porque él inventa un lenguaje poético a partir de los sonidos y los ritmos en los que (los estadounidenses) estamos inmersos, un lenguaje norteamericano que es lógico, sensual, y al tiempo abstracto y siempre expresivo».
Ginsberg brinda en el mismo libro una excelente explicación de la estructura de la obra, a la que llama «melodrama». «Teníamos la idea de la caída de Estados Unidos como “imperio”, e incluso la muerte del planeta dentro de algunos años», cuenta el poeta. Y continúa: «Hicimos una lista de cosas que queríamos para abarcar (Philip, yo y el puestista Jerome Serlin) cuestiones comunes. Es decir, budismo, meditación, sexo, revolución sexual –en mi caso, como homosexual–. Había una noción de corrupción política, la mayor corrupción. También los temas del arte, los viajes, el encuentro entre Oriente y Occidente y la ecología, siempre en la mente de todos. Y la guerra, por supuesto, la paz y el pacifismo».
Así, Hydrogen Jukebox (título que cita un verso de Aullido) comienza con una pieza con reminiscencias vocales al War Requiem de Benjamin Britten, donde sobresale la voz del barítono Gregory Purnhagen sobre un suave tapiz de teclado y un redoblante militar. En la canción siguiente, el clima se exalta, con un uso expresionista del coro a pleno y un gran trabajo en percusión. Glass aprovecha los colores de las voces y los instrumentos, pero sus melodías parten de la repetición de notas breves, lo cual le da los textos una fuerza hipnótica.
En la canción quinta, por caso, una apocalíptica visión de «la Nación» que relata un poeta que invoca la sombra de Edgar Allan Poe («Poe: ¿profetizaste acaso semejante Tierra del Smog, este infierno?») es entonada por las voces de los seis cantantes, que establecen así un paisaje sonoro casi infernal.
La primera parte de la cantata concluye con el piano solo de Glass y todo el poema de Ginsberg Wichita Vortex Sutra, leído por el escritor con una fuerza arrolladora. La segunda parte arranca con un frenético saxo y con el coro que canta versos de Aullido-Parte 2, y la canción es cambiante, tiene un interludio donde se luce el barítono Nathaniel Watson, cierra, de nuevo, la voz de Ginsberg.
El tema que sigue, imbricado al anterior, está marcado por un repetitivo y suave colchón de sintetizador, y sobre él, la soprano Elizabeth Futral consigue una performance desgarradora, pronunciando versos como «¡Ni una palabra, ni una palabra! / Las moscas hablan todo por mí / y el viento dice algo más».
El tono de la obra sigue, se permite algunas canciones excelentes (The Green Automobile) y una pieza final, con los instrumentos y el coro a pleno, para otorgar un cierre de extrema emoción poética, que se corola con un texto inédito de Ginsberg en el sobre del CD.
Hydrogen Jukebox no es una obra fácil de adscribir a una corriente estética. Más sencillo es dejarla flotar en el espacio, con su carga poética, su música incomparable y la firma de estos dos artistas fundamentales para el arte que el revulsivo siglo XX ha dejado como herencia a la generación del tercer milenio.
Aullido (fragmento)
Poema de Allen Ginsberg
Traducción de Kathy Gallego
He visto los mejores cerebros de mi generación destruidos por la
locura, famélicos, histéricos, desnudos,
arrastrándose de madrugada por las calles de los negros en busca de
un colérico picotazo,
pasotas de cabeza de ángel consumiéndose por la primigenia conexión
celestial con la estrellada dinamo de la maquinaria de la
noche,
que, encarnación de la pobreza envuelta en harapos, drogados y con
vacías miradas, velaban fumando en la sobrenatural
oscuridad de los pisos de agua fría flotando sobre las
crestas de la ciudad en contemplación del jazz,
que desnudaron sus cerebros ante el Cielo bajo el El y vieron
tambalearse iluminados ángeles mahometanos sobre los
tejados de las casas de alquiler,
que atravesaron las universidades con radiantes ojos tranquilos,
alucinando Arkansas y tragedias de luz-Blake entre los
escolásticos de la guerra,
que fueron expulsados de las academias por dementes & por publicar
odas obscenas sobre las ventanas de la calavera,
que se acurrucaban amedrentados en ropa interior en habitaciones sin
afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando el
sonido del Terror a través de la pared,
que fueron aferrados por sus barbas púbicas al regresar por Laredo
a Nueva York con un cinturón de marihuana,
que devoraron fuego en hoteluchos o bebieron trementina en Paradise
Alley, muerte, o hacían sufrir a sus torsos los tormentos
del purgatorio noche tras noche por medio de sueños,
drogas, pesadillas de la consciencia, alcohol y verga y juergas continuas,
incomparables callejones sin salida de trémula nube y relámpago en la mente abalanzándose hacia los polos de Canadá & Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo,
solideces de salones en Peyote, albas de cementerio de árbol verde en el patio de detrás, borrachera de vino sobre los tejados,
barrios de escaparates de locuras automovilísticas en marihuana parpadeo de neón luz de tráfico, vibraciones de sol y luna y árbol en los rugientes atardeceres de invierno en Brooklyn, desvarios de lata de basura y bondadosa soberana luz de la mente,
que se encadenaron a los ferrocarriles subterráneos para el interminable trayecto entre Battery y el sagrado Bronx colgados en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños les hacía caer temblorosos, con la boca como un erial y bataneados, yermos mentalmente, despojados de toda brillantez bajo la lúgubre luz de zoológico,
que se sumergían la noche entera en la submarina luz de Bickford's,
salían flotando y desgranaban la tarde de cerveza rancia
en el desolado Fugazzi's, escuchando el estallido del
apocalipsis en el jukebox de hidrógeno, […]
Hola Fernando.
ResponderEliminarNo paras ni en vacaciones, tengo el router atascado de tanto tráfico. Ando escuchando.
Saludos.
Gracias Fernando, si no fuera por tan magníficas descripciones un neófito como yo no se atrevería con estas obras
ResponderEliminarMil gracias de nuevo y un fuerte abrazo
Julio