Cuarta parte: Epílogo
Así mis amigos y amigas, llegamos al final de la serie. Un final que francamente me costó construir porque en el camino las tres entregas previas despertaron discusiones entre los amigos y amigas que tuvieron a bien dedicar un minuto de su tiempo a este esfuerzo editorial.
Uno de los aportes más significativos me lo dio mi buen amigo Carlos Sala Ballester, director de orquesta y pedagogo musical venezolano, quien disfrutó de más una década de vivir y estudiar en Rusia, tuvo acceso a información, documentos y partituras que aportan mucha luz al tema. En particular me refirió la partitura original de
Modest Mussorgsky, en la cual se puede apreciar mucho del genio y temperamento del maestro a lo largo de su creación. Adicionalmente, me refirió notas sobre el epistolario musical de Mussorgsky (la mayoría de las cuales están escritas con mucho refinamiento en idioma francés) y tarde en este proceso creativo, mi gran amigo y colaborador de este blog, don Fernando de León, nos compartió un registro en piano notable de los
Cuadros así como de otras miniaturas pianísticas del maestro, que dan luz sobre otros aspectos de su arte, no comúnmente visibles para la generalidad.
Puedo extraer alguna conclusión global sobre todo ello, quizás sí… Mussorgsky es mucho más que el genio desordenado y el creador inconcluso que muchos pensábamos al inicio de estas líneas. Mussorgsky fue un personaje de gran cultura, educación y refinamiento, el cual desgraciadamente no tuvo o no contó las oportunidades necesarias para multiplicar su talento. Esto en particular desvirtúa el estereotipo de Stokowski de pretender hacer más rusa la orquestación de Ravel, partiendo del origen eslavo de la partitura y los cuadros que la inspiraron. Definitivamente, su condición humana le hizo especialmente vulnerable al no contar con una salud y orden personal que coadyuvasen a consolidar sus naturales habilidades creativas.
Los
Cuadros pueden ser su opus más conocida y quizás la obra que refleja de forma más integral su gran sensibilidad artística y sus dotes naturales de trasladar a una partitura una realidad o un sentimiento. Pero hay otras obras que nos complementan esa imagen. Felizmente una combinación entre una solicitud entre Carlos Sala-Ballester y una generosa respuesta de Fernando de León, me permitieron conocer de primera mano esas «otras» dotes artísticas de Mussorgsky. En una edición japonesa, el notable pianista
Valery Afanassiev hizo un notable registro de los
Cuadros, pero adicionalmente agregó cinco obras de Mussorgsky que bien hubiesen sido «otros cuadros» que complementan positivamente la sensación artística que nos deja su obra. Cinco pequeños preludios para piano que a primera audición nos dejan una impresión de la más grácil sutileza de imágenes, muy francesa-impresionista en su dicción, al punto que pareciese que estuviésemos escuchando un joven Debussy o un lírico Fauré. Increíble. Estas obras dan pie al refinamiento y visión francesa que subyace en el arte de Mussorgsky, y sin cuyo reconocimiento no se puede contextualizar con propiedad esta obra y su interpretación.
El diagrama inicial de estas entregas, tenia en esta nota la intención de compartir otras acuarelas que han matizado esos
Cuadros, sin embargo, creo que esta lectura de Afanassiev, de muchísima más intensidad que la compartida previamente en la primera entrega (Ashkenazy), redondea el contexto general para los lectores con un valor agregado para entender mejor esta obra.
Ya en la ruta de este epílogo, los
Cuadros han sido una obra que ha sido objeto de muchas transcripciones. Cerrando esta entrega quisiera comentar algunos casos notables. El primer caso registrado de transcripción (aunque no completa, sólo con 7 de los 10
Cuadros) se debe a un alumno de Rimsky-Korsakov, Mikhail Tushmalov (1861–1896). Al paso de los años, el director de orquesta británico Henry Wood hizo su propio arreglo en 1915, el cual él mismo retiro cuando se publicó la orquestación de Ravel (dos registros fonográficos fueron realizados, uno por el propio Wood en 1920 y otro unos años después por la London Philharmonic bajo la batuta de Nicholas Braithwaite). En esta transcripción se incluyeron todos los
Cuadros, pero se omitieron las
Promenades.La primera transcripción completa de todos los
Cuadros y sus
Promenades intermedios en la secuencia que todos conocemos se debe al violinista y conductor Leo Funtek, quien preparó su versión en 1922 para ser estrenada por la Orquesta Nacional de Finlandia.
A partir del impacto que tuvo la orquestación de Ravel, preparada en 1922 como un encargo de Serge Koussevitzky, y la gran difusión que se apropió este director por muchos años, hizo que muchos desearan tener sus propios arreglos, para superar el exclusivismo de Koussevitzky. Un alumno de Ravel, Leonidas Leonardi, hizo una
bombástica transcripción para sí mismo, con un incremento del 30% en las fuerzas orquestales y la adición de un órgano. El arreglista residente de la Orquesta de Philadelphia, Lucien Cailliet, preparó su propia versión para la primera temporada de Eugene Ormandy en Philadelphia, luego de la renuncia de Leopold Stokowski.
También es notable que muchos conductores, insatisfechos con el enfoque raveliano de la orquestación, han hecho «ajustes» a la partitura. Entre ellos destacan los retoques que hicieron en su época figuras de la talla de Arturo Toscanini, Nicolai Golovanov, Djong Victorin Yu y Vladimir Ashkenazy.
Este ultimo, insatisfecho con los «ajustes», prefirió incluso preparar su propia versión y presentarla en CD junto con su propia interpretación de los
Cuadros en Piano, subrayando en su presentación que la versión que él interpretó y posteriormente arregló estaba libre «de la perpetración de errores tipográficos que se han reproducido por costumbre y pereza por los editores». Y fue precisamente con este arreglo, que don Fernando G. Toledo me incitó a tirar el sombrero al ruedo y preparar esta saga de entregas editoriales. Adicionalmente, como una referencia, nuestro amigo y colaborador de este blog Carlos Quintero conoce y posee una versión en formato concertante para piano y orquesta (de la cual yo no tengo datos).
Luego de los arreglos para gran orquesta, también hay que destacar que también se han realizado adaptaciones para ensambles instrumentales. Acá merecen especial mención dos casos: el arreglo que hizo el compositor taiwanés Chao Ching-Wen, para orquesta de cámara, así como el interesante arreglo que hizo Elgar Howarth para ensamble de bronces, el cual fue grabado en los ’70 por el Philip Jones Brass Ensemble.
En el terreno de lo curioso e innovador, el maestro japonés Kazuhito Yamashita hizo un ramillete de adaptaciones para guitarra de grandes obras sinfónicas (que incluye la
Novena de Dvorák, las
Cuatro estaciones de Vivaldi y el
Pájaro de fuego de Stravinsky, por mencionar algunas), no podía dejar pasar realizar una adaptación del original en piano para solo de guitarra. Otro insigne artista moderno japonés, Isao Tomita, hizo una adaptación de la orquestación de Ravel para sintetizadores electrónicos.
Ya en el terreno de lo profano, aunque con mucha imaginación, el trío inglés Emerson, Lake & Palmer hizo su propia «versión» fusionando elementos de rock y música popular, con mucha maestría, principalmente en el tratamiento de los sintetizadores. La banda alemana Mekong Delta, atropelló los
Cuadros en una versión completa en rock pesado y metálico, en la que el
Promenade es un oscuro conjuro al más puro estilo de Black Sabbath.
Finalmente, no puedo dejar de mencionar que, al menos en las tiendas de celulares, hay una docena de tonos asociados a los
Cuadros… je je je: para todos los gustos.
Así que amigos y amigas, de todo este calidoscopio de «arreglos» y «desarreglos», con don Fernando les hemos preparado una
petit suite para que la disfruten, pero antes… infaltable, visitemos la lectura de Afanassiev del original para piano,
para luego disfrutar de:
1. La versión de
Ashkenazy para orquesta, interpretada por él mismo con la
Philharmonia Orchestra2. La adaptación para ensamble de bronces que hizo
Elgar Howarth, la cual es interpretada por el
Philip Jones Brass Ensemble3. La «guitarrización» de los
Cuadros por
Yamashita4. La versión electrónica de
Isao Tomita y
5. La «versión» rock de
Emerson Lake & Palmer.
Al final de la historia, mientras termino esta nota, suena mi celular. Je je je, por supuesto que con
Baba Yaga.Salud y gracias por su paciencia infinita.