Tannhäuser, en una ilustración del Códex Manesse (c. 1303-1340). |
Si a estas alturas el lector ha llegado a la conclusión que las tramas en la obra wagneriana, contadas así en modo ultra resumido, son más propias de un vodevil que de serios argumentos para «festivales escénicos», con Tannhäuser no tendrá más remedio que claudicar y dejarse llevar por la fantasía del iluminado músico alemán. De nuevo Wagner plantea, aquí de la forma más explícita, la confrontación entre dos niveles de moral, el «amor carnal» (la sensualidad y el erotismo) y el «espiritual» (solidez moral y religiosa), situando esta confrontación en el personaje principal, el minnesinger Heinrich Tannhäuser, el cual ha de resolver el dilema que se le plantea: si permanecer en uno u otro mundo. La wagneriana solución, cómo no, está en la muerte, solucionadora infalible de conflictos y redentora de penas. En el más allá todo es posible.
En esta obra (estrenada Dresde, Hofoper, el 18/10/1845) no hay flechazo a primera vista, los enamorados ya se conocían anteriormente, pero el díscolo Tannhäuser aparece, ya desde que se levanta el telón, instalado en el monte de Venus (Venusberg) gozando de los favores de la diosa, rodeado de todo tipo de criaturas despertadoras de instintos sensoriales. Pero la felicidad del vate no es completa, y ante la insistencia de Venus él replica que echa de menos el amor espiritual. Para purgar su pecado decide partir como peregrino a Roma.
Antes de comenzar su peregrinación es convencido por el Langrave de Turingia de que debe presentarse al gran concurso de cantores a celebrar en Wartburg, el magnífico castillo célebre por sus justas poéticas. Allí encontramos a la casta Elisabeth, admirando el majestuoso salón de justas y ansiando la vuelta del caballero Tannhäuser.
Gré Brouwenstijn, Elizabeth, “Dich teure Halle”
Comienza el torneo y se arma la de siempre. El landgrave promete la mano de su sobrina Elisabeth para el vencedor, cosa que ella acepta, con la seguridad de que Tannhäuser va a vencer el concurso de canto. Pero la cosa se pone apretada para nuestro héroe, ya que uno tras otro los cantantes van superándose mientras cantan al amor místico y virtuoso. En un intento desesperado, Tannhäuser entona una alabanza al amor carnal y subraya que ha estado en el monte de Venus, algo inadmisible para el recto pensamiento de los trovadores. Así que estos se enfrentan al protagonista con la intención de matarlo. La rápida intervención de Elizabeth impide que lo hagan. Ella confía en que Tannhäuser pueda solicitar el perdón del Papa y volver al camino correcto. Tannhäuser parte de peregrinación.
Elisabeth, como todos los días, está en la encrucijada del camino, rezando a la Virgen y esperando la vuelta de los peregrinos de Roma. Wolfram, amigo de Tannhäuser y enamorado en secreto de Elisabeth, la contempla apenado. Se acerca un grupo de peregrinos cantando, pero entre ellos no está él. Elisabeth se retira una noche más, transida de dolor. Wolfram pide a la estrella vespertina que se apiade de ella. Un desconocido Tannhäuser se le acerca y Wolfram le pregunta si ha conseguido el perdón. El peregrino le dice que no, que el Papa no se lo ha concedido porque el bien no puede florecer en él, de la misma forma que no pueden crecer flores en el báculo que porta.
Hans Beirer, Tannhäuser, y Gré Brouwenstijn, Elisabeth; O Fürstin
Los que nos siguen asiduamente ya la conocen, pues formaba parte del glorioso Anillo dirigido por Knapperstbusch en Bayreuth en 1956 que ofrecimos aquí en el 2010, formando parte del elenco de El oro del Rín como Freia, de La valquiriacomo Sieglinde, y de El ocaso de los dioses como Gutrune.
René Kollo. |
Inicialmente interesado en dirección musical, fue la profesora Elsa Varena quien reparó en sus dotes vocales. Primero se encaminó por la canción popular, de jazz y luego la lírica, debutando en Braunschweig en 1965. En 1967 comenzó su carrera en la Deutsche Oper am Rhein en Düsseldorf. Posteriormente cantó en Munich, Frankfurt, Milan, Lisboa y Nueva York.
Su consagración llegó en el Festival de Bayreuth en 1969 como Timonel en El holandés errante, cantando el papel de Erik en la misma ópera al año siguiente, Lohengrin en 1971, Walter en 1973, Parsifal en 1975, Sigfrido en 1976, y Tristán y Tannhäuser en 1981.
Se retiró de la escena en el 2000 dedicándose a la dirección escénica. Anteriormente fue director del teatro berlinés de operetas Metropol.
Rene Kollo, Tannhäuser; Dir töne Lob! Die Wunder sei'n
De su extensa discografía de Wagner son muy recordadas sus grabaciones de El holandés errante, Los maestros cantores de Núrenberg, Parsifal y Tannhäuser con Solti, Lohengriny Los maestros cantores de Núrembergcon Karajan, Rienzi y El anillo del nibelungo con Sawallisch, Rienzi con Hollreiser, Tristán e Isolda con Kleiber y con Barenboim, y Tannhäuser con Mehta.
Por radio
Hoy sábado, 28 de julio de 2012, Radio Clásica de Radio Nacional de España, va a tener el buen gusto de ofrecernos la retransmisión en directo desde el Teatro del Festival de Bayreuth, a partir de las 15: 57 de Madrid (14:57 GMT) Tannhäuser.
Nuestra ofrenda wagneriana de hoy
Solti escogió para su versión la partitura de 1861, es decir la versión de Paris, y la sirvió con un espectacular sonido y un gran sentido teatral, contando con: el Tannhäuser fresco, intenso, poético y de una gran profundidad dramática de Kollo, posiblemente el mejor heldertenor del momento; la Venus completa y seductora de Ludwig; la Elisabeth discreta y excelentemente cantada de Dernesh; el lírico Wolfram de Braun; el fantástico Hermann de Sotin, al comienzo de su carrera; haciendo los papeles secundarios los magníficos Bailey, Eguiluz, Hollweg y Jungworth; los encantadores Niños Cantores de Viena; un maravilloso coro de la Ópera Estatal de Viena; y una deslumbrante Orquesta Filarmónica de Viena. Para la mayoría de los especialistas el mejor Tannhäuser de la época media de la fonografía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario