Richard Wagner y la espiritualidad
«Hoy es Viernes Santo, otra vez. ¡Oh día bendito, el día más lleno de significado del mundo! ¡Día de Redención! ¡El sufrimiento de Dios! ¿Quién podría expresar toda su enormidad? (…) Un Viernes Santo cálido y soleado me inspiró con sus sensaciones sagradas a que escribiera el Parsifal, que desde aquel día ha vivido y crecido dentro de mí como un niño en el vientre de su madre»
Fragmento de una carta de Wagner a Luis II de Baviera
Pocos son los que, tras escuchar o asistir a una representación de una ópera de Wagner, pueden decir que no han sentido un impacto espiritual. Una de las peculiaridades de la obra (poema, escenificación y música) del compositor alemán es su alto contenido de reflexión filosófica, de transmisión de sentimientos y propósito de transferir mensajes morales. Dependiendo del receptor, ese impacto espiritual no siempre es positivo, toda vez que los mensajes están imbricados en un conjunto de conceptos que, de no separarlos convenientemente, nos podrían llevar a confusión.
De sus grandes dramas musicales, solo en Los maestros cantores de Núremberg el argumento se basa en hechos que pueden suceder en la realidad (Hans Sachs y los gremios de Maestros Cantores existieron en la Alemania imperial del siglo XVI) y donde tampoco se recurre ni a una pócima mágica ni a un milagro para llevar a cabo el desarrollo de la trama. También, en Die Meistersinger… el mensaje es reducido; a diferencia del resto no trata de abarcar la naturaleza del ser humano, si bien es el medio por el que Wagner vierte sus opiniones sobre la música, lo hace en un contexto de discurso sobre el arte alemán.
En todos los demás grandes dramas de Richard Wagner, incluida su monumental Tetralogía, se recurre a sucesos recogidos de leyendas y mitologías para expresar el complejo mundo moral del músico. Temas como la caridad, el amor, la redención, la voluntad, el deseo, etc… son las piedras angulares del mensaje wagneriano. La razón de la diversidad de opiniones y las, incluso furibundas, reacciones ante las, en principio asépticas, opiniones de Wagner, es la vehemencia de la que hizo gala a lo largo de su vida y que de forma más o menos afortunada quedaron plasmadas en su obra literaria.
Arrasado en su juventud por ideales revolucionarios y anarquistas (participó, junto a Bakunin, en los sucesos del Alzamiento de mayo de Dresde), vivió con un sentido socialista de la sociedad, sintiendo un rechazo claro por el sistema capitalista nacido de la revolución industrial inglesa, aun siendo un ferviente partidario de una monarquía paternalista. Su pensamiento derivó en su madurez hacía un cristianismo idealizado, en una forma que podría, salvando las distancias personales, equipararse con la deriva de Tolstoi hacia el cristianismo libertario y anarcopacifista.
No hay fundamentos lógicos sobre un nacionalismo exacerbado por parte de Wagner, aún viviendo en una Alemania del siglo XIX plagada de intelectuales que abogaban por una unificación pangermánica, más al contrario hay constancia de su sentimiento critico contra la política de Bismarck y la forma en que se estaba realizando la unificación del país, con frases proféticas sobre la relación en el futuro de la nueva nación con sus vecinos europeos.
Sin embargo son muchos los autores que han caído en el fácil recurso de asociarlo a un ultranacionalismo vinculado al nacionalsocialismo que surgió casi medio siglo más tarde. Y por ende al salvaje comportamiento de los nazis durante la segunda guerra mundial. El antisemitismo de Wagner no deja de ser un reflejo del pensamiento generalizado entre la intelectualidad alemana del XIX.
En palabras de Hannah Arendt: «Las opiniones racistas de mediados y finales del XIX son medidas con el rasero posterior al Holocausto». Aunque la ya mentada vehemencia de Wagner le llevó a escribir el ensayo El judaísmo en la música donde da rienda suelta a su envidia por Mendelsshon y su desprecio por la música de Meyerbeer.
La redención de Amfortas – F. von Stassen
Y, a pesar de estas opiniones antisemitas mantuvo amistad con personas de raza hebrea a lo largo de su vida, como su ayudante Carl Tausig y otros músicos, cantantes y artistas en general. En Mein Leben define su relación en París con el judío Samuel Lehrs como «una de las amistades más bellas de mi vida». Y el mismo Wagner no dudó en designar a Hemann Levi, su íntimo amigo y colaborador, para dirigir el estreno absoluto de Parsifal, su última ópera y la que más interpretaciones sobre el pensamiento de Wagner ha suscitado.
Queda, pues, el enigma, y dudas razonables, sobre la actitud que realmente hubiera tomado Richard Wagner frente a la teorías extremas sobre la política de razas de haber convivido con el nazismo. Dos cosas están claras, una es que no hay constancia que Wagner considerara el genocidio como la lógica conclusión de sus ideas, y la otra es que el llamado «Círculo de Bayreuth» liderado por su nuera Winifred, su propia viuda Cosima y por el marido de Eva von Bülow, H.S. Chamberlain, interpretando a su manera las ideas del músico, se encargó de encadenar la obra del compositor con el floreciente movimiento fascista de los años veinte-treinta del siglo XX.
Pero como decíamos al principio es importante separar conceptos en el contenido de los temas de las obras dramáticas de Richard Wagner, aunque las cosas no sean tan sencillas. Y es que el enigma es la clave de la actitud de Wagner con respecto a su discurso moral. Él escribió sus poemas, como el de Parsifal, con un mensaje que precisa de correcta interpretación, al menos para iniciados.
Una reflexión, más profunda, lejos de llevarnos al rechazo de un discurso monástico, militarista y machista o bien a la asimilación del rol de caballeros andantes en eterna búsqueda del Santo Grial, sin que sepamos muy bien en qué consiste ello; una asimilación más reflexiva del pensamiento wagneriano, decíamos, puede tomarse como una advertencia para que realicemos un examen de conciencia sobre las virtudes y potencias del ser humano, una imploración suplicante a sus semejantes para lograr despertar una corriente de valores puros entre los seres humanos.
Fuentes principales:
Wikipedia.Deathridge, J. (1999): Wagner Beyond Good and Evil. London: UCLA.
Por radio
Hoy jueves, 28 de julio de 2011, Radio Clásica de Radio Nacional de España, va a tener el buen gusto de ofrecernos la retransmisión en directo desde el Teatro del Festival de Bayreuth, a partir de las 16:00 horas de Madrid (España), (15:00 GMT) el Festival Sacro Parsifal.Direcciones de interés:
* Sinopsis argumental y comentarios sobre Parsifal.* Libreto bilingüe alemán-español.
Nuestra ofrenda wagneriana de hoy:
Parsifal
Hoy les ofrecemos la que muy posiblemente sea la última gran grabación de Parsifal. Valery Gergiev al frente de los Coros y la Orquesta Mariinsky de San Petersburgo, con Gary Lehman (Parsifal), Violeta Urmana (Kundry), René Pape (Gurnemanz), Evgeny Nikitin (Amfortas), Alexei Tano Vitski (Titurel) y Nikolai Putilin (Klingsor).Parsifal
El Teatro Mariinsky tiene una larga tradición con relación a la música de Wagner. El propio compositor realizó allí en 1863 la primera representación escénica de su Tetralogía. Durante la última década Valery Gergiev, el titular del Mariinski, se ha convertido en un director que frecuenta, con excelentes resultados, las óperas de Wagner, y ésta es su primera grabación de las mismas.
Realizada del 5 al 13 de junio de 2009, con el Coro y la Orquesta del Teatro Mariinski en plenitud de facultades y todo el equipo vocal en un impresionante momento de forma, cuenta según la mayoría de la crítica especializada con los puntos fuertes y débiles de Pape y Lehman, manteniéndose en una nota media alta todos los demás cantantes. Nuestra máxima calificación va para Gergiev, quien desde el principio, y con un lento tiempo extático, nos eleva hasta la ingravidez para ofrecernos una partitura emocionada y llena de grandes momentos, haciéndonos recordar algunas de las mejores versiones de todos los tiempos.
¡Salud, paz, sonrisas, cordiales saludos y a disfrutar!
1. Introducción | 2. Tanhäuser | 3. Los maestros cantores de Núremberg | 4. Lohengrin | 5. Parsifal | 6. Tristán e Isolda
No me cabe duda de que soy más afín a la espiritualidad de Wagner que a la de Mahler, a pesar de que este último es mi compositor favorito.
ResponderEliminarEl mensaje espiritual de Wagner es más claro en la síntesis que hizo en la obra de arte total, con la música como arte redentor.
Así, soy creyente, como él, en Dios, Mozart y Beethoven, a pesar de mi ateísmo del Dios del judeocristianismo.
A mi en lo personal no me cabe la menor duda de que, fuera de la tetralogía tan aclamada, Parsifal es mi ópera favorita de Wagner. Sencillamente es hermosa. Hay tantos pasajes tan intimos, tan gloriosos, tan sublimes. Una gran Vorspiel para cada uno de los tres actos. También una celestial Música de transformación. Sencillamente perfecta.
ResponderEliminarEspero con ansias el especial de novenas de Mahler que seguramente me dejara sin aliento, igual que a tantos seguidores de este grandioso blog.
Suerte que esten todos muy bien
Hola Fernando.
ResponderEliminarMe he descargado esta versión de Parsifal, pero veo que hay tres archivos repetidos del segundo acto (los tres últimos) y que también faltan otros tantos del tercero (los siete últimos).
No sé si sería posible colgarlo de nuevo...
Un saludo. Gracias de antemano.