>>SERGI VILA
Dentro de la paupérrima discografía operística de Franz Schubert, uno de los títulos más visitados ha sido esta Häusliche Krieg, amable comedia en un acto compuesta por su autor entre marzo y abril de 1823, en plena depresión provocada por la enfermedad que finalmente acabaría con su vida. Es el mismo año que ven la luz partituraas tan importantes como Fierabrás, Romamunda o La bella molinera con las que guarda ciertos rasgos comunes que no dejan traslucir el drama íntimo de su creador. La trama de este singspiel es una original transposición al tiempo de las cruzadas de Lisístrata y La asamblea de las mujeres de Aristófanes realizada con un precursos tono offenbachiano por Ignaz Castelli. La ópera, que consta de 11 números (sin contar la obertura recuperada en el siglo XX por Fritz Racek) no fue estrenada en vida de su creador, teniendo que esperar hasta 1861 para que viera la luz en el Konzertverein de Viena dirigida por Johann Herbeck.
Dramáticamente es una de las más conseguidas óperas de Schubert, que conectó con la alegría algo cándida del libreto de Castelli, y supo llenar de referencias burlescas su música que repasa paródicamente el género operístico de la época: referencias mozartianas (aria de Barbarina en el número 2, ecos de Don Juan en la escena de la conspiración), citas de El cazador furtivo, ecos de Beethoven (número 5) e incluso de Cherubini y Spontini, reyes por entonces de la ópera seria.
Al margen de alguna que otra grabación live, la única versión oficial en estudio de la ópera data de 1978, es decir, del año en que se conmemoraban los 150 años de su muerte. EMI decidió entonces llevar a los estudios de grabación gran parte de la producción lírica del maestro y aparecieron por vez primera Alfonso y Estrella, Los hermanos gemelos, Cuatro años en el puesto de guardia y La guerra doméstica. Esta última reunió por entonces un magnífico elenco de cantantes encabezados por Edda Moser y Kurt Moll en los papeles de Ludmilla y Heribert, dirigidos todos por el eficaz Heinz Wallberg. Por desgracia todas estas referencias no han sido trasladadas al disco compacto.
El presente registro de Christoph Spering viene a mitigar en parte estas lamentables ausencias. Spering, jovencísimo especialista en obras corales románticas como el Paulus de Mendelssohn o la Messe solemne de Rossini, ha vuelto a congregar a su habitual equipo vocal (Isokoski, Lika, Georg) y a la Neues Orchester, para ofrecernos de nuevo un disco de referencia. La claridad orquestal y la variedad de matices que encuentra Spering, sin apartarse de la estética del singspiel, dista bastante de la bienintencionada pero rutinaria versión de Wallberg. Spering rescata, además, la obertura completada en 1964 por Racek, que no figura en la versión de EMI y que es una pequeña obra maestra.
Peter Lika y la finlandesa Soile Isokoski componen una pareja de protagonistas ideal aunque queden en el recuerdo Moll y Moser. Por fortuna se ha optado por una mezzosoprano para el personaje del paje Udolin, masacrado en la versión del ’78 por Adolf Dallapozza y exquisito en la voz de Mechthild Georg. Menos favorable resulta la comparación entre el Astolf de Rodrigo Orrego y el de Martin Finke. Orrego, de voz pequeña y poco atractiva se muestra además inseguro en su pequeño papel. Lisa Larsson sabe perfectamente que su romanza (nº 2) es un auténtico Lied, y obra en consecuencia con notables resultados. La óptima prestación de Chorus Musicus redondea un registro que se coloca a la cabeza de las grabaciones de ópera de Schubert y que recomiendo como una estupenda manera de celebrar el bicentenario.
Publicada en la revista CD Compact, marzo de 1997.
Gracias, Scarabou
Thank you for this .....and a whole lot of Mahler
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