(La trucha de Schubert)
La trucha de Schubert
no nada ahora por un río de Austria sino por la acequia medianera
con la elegancia sugerida del que está
y ya no está: una adivinación sin datos.
Su razón suprema es la forma: forma de revelación: sucedáneo del mundo elaborado a fuerza de luminosidad.
No se sabe qué la induce o aconseja: deriva entre helechos y mariposas griegas, el nexo entre un relincho y el solazo que quema al mundo;
pero una melodía tiene que servir a los provenires que nos buscan: tomar un trago entre amigos, leer o no leer un poema, olfatear la tormenta,
y el soplo del conjunto dice que Schubert tiene razón cuando su música queda al descubierto
con estas palabras que forman parte del silencio.
Santiago Sylvester
En La palabra y (2010)
Amo el quinteto "La Trucha", mil gracias por esta versión. Pasando a otra cosa, he visto con tristeza que el blog del cuervolópez ha sido definitivamente eliminado de blogger. Quisiera saber el nombre completo de Gabriel para incluirlo en mis oraciones. Sé que el era agnóstico o quizá llegaba hasta el ateísmo. Pero sé que Dios lo perdonará por que era una buena persona y un gran buscador de la verdad y la belleza. Saludos.
ResponderEliminarLovecraft:
ResponderEliminarNo sé qué diferencia habría en saber su nombre completo o su seudónimo (se llamaba Gabriel López: el receptor de los ruegos, ¿no sabría a qué alma consolar?), pero de cualquier modo gracias por tu buen recuerdo de Gabriel.
Gracias también por su visita y tu comentario.
PD: Gabriel no era agnóstico, sino más bien deísta.