Tarkovski. Tributo musical al genio del cine
Los tributos múltiples y cruzados, las citas y la intertextualidad prevalecen en Hommage à Andrei Tarkovsky, un homenaje musical y contemporáneo al célebre cineasta ruso, de quien puede decirse, sin objeciones, que ha sido uno de los verdaderos innovadores del lenguaje del séptimo arte.
Si lo que exhiben los filmes de Tarkovsky (como Iván el terrible, Solaris o Stalker) es poesía hecha cine, la música no parece ajena a su universo. Saber que era un ferviente melómano y que aportó algunas puestas en escena para algunas óperas lo confirma. Y esa relación personal del director, que murió hace 18 años, con el arte de los sonidos encuentra un bello correlato en este disco, que surgió de un concierto dirigido por el gran Claudio Abbado en el Festival Viena Modena de 1991 (un 27 de octubre, hace casi 17 años), ofrecido a la memoria del realizador.
El Ensamble Anton Webern y el coro Arnold Schoenberg interpretaron para este disco sendas partituras de Luigi Nono, György Kurtág, Beat Furrer y Wolfgang Rihm, verdaderas piezas maestras de música contemporánea que hacen honor al gran cineasta.
La del italiano Nono, primera de las obras, empieza el juego de las citas múltiples y se titula con un verso que el ruso repetía usualmente. No hay caminos, hay que caminar... Andrej Tarkovskij alude al célebre verso de los Cantares de Antonio Machado («Caminante, no hay camino: / se hace camino al andar») y en sus casi 17 minutos, la pieza verdaderamente parece recorrer un sendero, no previsto, sino marcado por la sinuosidad de los sonidos.
Tomando la herencia del compositor estadounidense Charles Ives, Luigi Nono propone una partitura para diversos cuerpos unitarios de instrumentos, que al sonar juntos aportan una dramática combinación de ritmo y colores instrumentales, sin forma clara más que la permanente y estremecedora tensión de los contrastes.
Luego, la obra del húngaro Kurtág sigue insistiendo con la intertextualidad. Su pieza se llama Samuel Beckett-What is the Word? y musicaliza nada menos que el último y desolador poema escrito por el autor de Esperando a Godot.
Los contrastes también aparecen aquí, pero atenuados. Hay mayor espacio melódico (a cargo, mayormente, de las cuerdas), pero lo que sorprende es la labor vocal. La soprano Annet Zaire y el recitador Ildikó Monyók, junto al coro Arnold Schoenberg, pronuncian la traducción al húngaro del poema, produciendo el mismo efecto con la música que Beckett buscaba conseguir a través de las letras: engendrar, con los sonidos, el silencio.
El suizo Beat Furrer aborda a Tarkovsky desde otro camino, en el que el silencio tiene menos protagonismo, y hay mayores bloques sonoros.
Para ello, a la orquesta le suma en su Face de la chaleur-Première partie tres solistas (Wissam Boustany en flauta, Ernesto Molinari en clarinete y Thomas Larcher en piano), todos de notable labor, sin más virtuosismo que el de la sutileza.
Por último, bildlos/weglos, de Rihm, cierra el juego de interacciones y es, al tiempo, un homenaje a Nono y a Tarkovsky.
El compositor utiliza 41 instrumentistas, a los que divide en tres grupos y les suma siete sopranos (la solista entre ellas es, de nuevo, Zaire), para dar con una música misteriosa, de a ratos acechante y de a ratos exaltada, guiada por los preceptos teóricos de Nono (interacción música-espacio). Rihm consigue una pieza tersa, expresiva, colorida y que finaliza con notable fuerza.
Al tratarse de obras poco transitadas, resulta difícil evaluar la tarea puntual de Abbado, aunque no su compromiso con el presente de la música: el italiano, quien tuvo frecuentes contactos con el cineasta ruso, ha demostrado su talento conduciendo ora Mahler (grabó su integral sinfónica), ora Mozart o Dvorák, ora Schoenberg o Boulez. No por nada el festival Wien Modern fue justamente fundado por él.
Si había un modo exacto de homenajear a Tarkovsky, era éste. El ruso ya había aportado las imágenes en fotogramas inmortales. Aquí, la música devuelve con sonidos lo que sus filmes entregaron: poesía, refinamiento e inspiración.
¡MIAUUUUUU!
ResponderEliminarQue este monumental post no ten todavía ni un solo comentario nos puede dar una idea de dos aspectos importantes a considerar, bien del momento cultural en que nos encontramos, bien corroborar que la condición humana es terrible.
Gracias Fernando por la maravillosa lección.
Qué de nombres importantes para nuestra cultura occidental me vienen a la cabeza, por una u otra causa, al leer tu post: Eisenstein, Parayanov, Bergman, Machado, Beckett, Boulez, Aristóteles...
¡Y Abbado! Qué le harían a Abbado en Berlín para que nada de esto saliera a flote. Éste es otro Abbado, que me lo han cambiado. Actual, comprometido, valiente... ASÍ SÍ.
Para mí Tarkovsky, el cineasta, el filólogo, el pintor, el escultor y el violinista, siempre fue la poesía (heredada de su padre) hecha imagen en movimiento.
Quien quiera profundizar en Tarkovsky y su ‘Esculpir en el tiempo’ (su película “Sacrificio” es el mejor ejemplo) tiene que volver, inevitablemente, a La Poética de Aristóteles.
Y, otra vez, muchas gracias Fernando.
Salud, paz y sonrisas.
Elgatosierra
Gracias por la cuidada descripción de este disco.
ResponderEliminarQuiero aclarar que se deslizó un error, en la filmografía de Tarkovsky, el título no es "Iván el Terrible", sino "La Infancia de Iván".
Lo saluda atte.
Polidoro
Fernando, los links de la obra están incompletos. Falta la primera parte de los archivos. ¿Es posible que se vuelvan a subir los links? Gracias y perdona la molestia.
ResponderEliminarFernando, los links de la obra están incompletos. Falta la primera parte de los archivos. ¿Es posible que se vuelvan a subir los links? Gracias y perdona la molestia.
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