domingo, 15 de noviembre de 2009
Brahms - Rapsodia para contralto - Gardiner
>>CALUM MCDONALD (*)
Traducción de Fernando G. Toledo
Johannes Brahms: Rapsodia para contralto (op. 53). Orchestre Révolutionnaire et Romantique. Nathalie Stutzmann (contralto). John Eliot Gardiner (director).
Desde el primer sforzando que introducen los chelos y los contrabajos, y la lúgubre e invernal respuesta del toque de las trompas con los tremolandos de violas y violines, es obvio que esto será una tremenda performance de la Rapsodia para contralto. Y desde la primera entrada de Natalie Stutzmann queda claro que tiene la voz ideal para la obra, exquisitamente oscura –la serena intensidad sepulcral que consigue en «die Öde verschlingt ihn» me eriza los pelos de la nuca– y aun así con un equilibrio y una nobleza clásicas, casi como la estática Ifigenia pintada por Anselm Feuerbach y que Brahms tanto admiraba. Ella no es perfecta –tampoco lo es la de Feuerbach–: tiende a llevar las notas ligeramente por debajo de la afinación, pero paradójicamente esto incrementa en muchas ocasiones el patetismo.
John Eliot Gardiner no hace los tempi particularmente lentos, pero aun así son amplios, relajados, lo cual otorga a cada detalle su máximo peso expresivo, subrayando el sentido total de la pieza.
Es una versión maravillosa.
(*) Fragmento de su crítica en la International Record Review al disco que incluye también la Sinfonía Nº 2 de Brahms y obras de Schubert orquestadas por Brahms.
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Elgatosierra al aparato
ResponderEliminarQue sorpresa tan interesante esta versión de la Rapsodia de Brahms por Gardiner y Stutzman. Para mí, sin lugar a dudas, la mejor de los últimos años.
Gardiner siempre fue un excelente director de coros, y de orquestas también, pero sobre todo de coros, y la mejor prueba fue la grabación alla por 1990, creo, del Réquiem también de Brahms.
Habrá que volver más veces y con más detenimiento sobre ella, pero en las tres veces que la he escuchado he creído distinguir una tensión y una transparencia prodigiosas. No hay apremios, ni para la contralto, ni para el coro, ni para la orquesta, que parecen estar relajados, pero ‘la procesión va por dentro’, y al final es una versión rápida y corta. Pero, curiosamente, al terminar se tiene la sensación no sólo de haber comprendido la obra en su conjunto, sino de haber percibido, además, muchos detalles aquí y allá, que colorean e iluminan la versión.
Lo dicho, para mí en la senda de las de Krauss-Ferrier, Boult-Baker, Klemperer-Ludwig y Walter-Miller, y esto, creo yo, son palabras mayores, y por lo tanto al borde de la referencia.
Cómo me extraña que algunos seguidores furibundos del barbudo hamburgués que hay por aquí no hayan dejado nada en este post.
Fernando, muchas gracias por el regalito.
Salud, paz y una sonrisa por favor.
Elgatosierra
Sí, muy extraño, pero mientras llegan los furiosos yo, plácidamente, acomodo mi comentario. No tengo la erudición discográfica de mi amigo que nació gato, y desde que Brahms se convirtió en algo así como el soundtrack de mi vida (no el único, para nada, pero sí uno de los fundamentales) me he tomado con calma la ingesta de sus obras, dándoles su tiempo. Mi puerta de entrada al barbudo siempre han sido sus sinfonías (y cómo le envidio a Fernando tener acceso a discos como éste, que aquende Los Andes no he podido encontrar) pero la dimensión coral es relevante. Brahms, heredero proclamado de Beethoven, componía para la voz mejor que el Sordo (contra quien Verdi alimentaba el odio por esa crueldad coral llamada Novena Sinfonía). Además, ignoro si la elección de la voz contralto tenga relación con la viola, instrumento que tiene un registro análogo entre las cuerdas y para la cual Brahms escribió siempre con cariñoso cuidado. Como sea, un gran director de coro y una contralto inteligente encontrarán en la Rapsodia un campo soñado para explayarse. Yo he disfrutado repetidamente la versión de la Fassbaender con Sinopoli y los checos. Hasta ahora. Porque incluyo con admiración este registro como mi versión favorita; la orquesta tiene más nervio, sensibilidad tímbrica, y el tempo no tan ligero pero sí brioso cautiva la atención. La voz de la contralto me gusta, es "untosa". Excelente versión.
ResponderEliminarVale la pena recordar que esta obra fue el desahogo de una frustración amorosa; Brahms se había enamorado de Julie, una de las hijas de Schumann, pero ésta fue comprometida con un noble italiano y, para variar, Brahms quedó “como perro mirando la carnicería”. No dijo nada más pero compuso esta dramática Rapsodia que se mueve del doloroso Do menor a un emancipado Do mayor. Le comentó a Clara que bien podía considerarla el “regalo de bodas” de Julie... ¡Como para escribir un tango!
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