La más profunda reflexión de Bloch
Las obras del «ciclo judío» de Ernest Bloch tienen siempre un profundo mensaje de unción y de fe, con una actitud reflexiva acerca del hombre y su destino. Si bien no se basa en verdaderas melodías hebreas (ver nuestro ensayo sobre su obra Schelomó), en cambio sí tiene siempre en sus partituras inflexiones indiscutiblemente personales y enraizadas en la tradición de su raza.
Si dejamos de lado su Suite hebraica, de 1951 —una obra ya nostálgica del ya lejano «ciclo»—, Voz en el desierto es la última partitura de Bloch con inspiración judía. Y es bastante más difícil que las restantes obras del «ciclo». Reconcentrada, austera, sin ningún tipo de concesiones al melodismo de impacto inmediato, la obra es una reflexión final sobre el destino humano: la «voz que clama en el desierto» (Isaías, 40:3) ¿será la que anuncia los caminos del Señor de Israel?
Al oír esta obra —y sobre todo después de haber oído el Schelomó, la Sinfonía Israel o los Tres poemas judíos, todos ellos con su intenso melodismo y conmovedora emoción fácilmente comprensible—, nos puede resultar dificultosa su aprehensión y poco comprensible su intencionalidad. Pero un inteligente melómano debe insistir en escucharla, una y otra vez, hasta que su mensaje de interioridad y unción recóndita sea finalmente asimilado, y se aprecie así en su totalidad la belleza de la partitura.
El violonchelo, nuevamente, es la voz, la voz que clama en el desierto, como un San Juan Bautista que anuncia la maravilla de «Lo Venidero».
Para añadir un material muy valioso a esta mi introducción, transcribo el texto de Ernest Chapman que figura en el sobre del long-play de vinilo de donde he extraído esta grabación.
«Voz en el desierto, subtitulada ‘Poema sinfónico para orquesta con violonchelo obbligato’, fue compuesta en Chatel, Alta Saboya, en 1935. Existe una versión primitiva para violonchelo y piano, una segunda para violonchelo y orquesta (que es la que presentamos) y una tercera abreviada para piano solo, publicada bajo el título de Visiones y profecías. No hay un programa en torno de la obra, que mejor debe ser considerada como una serie de meditaciones, quizá sobre el destino del hombre. Comparada con otras partituras de Bloch, como Schelomó, esta obra es ascética, introvertida, casi filosófica, y, por otro lado, es más económica en el empleo del efecto y el color orquestal.
»Voz en el desierto consta de seis breves movimientos, independientes por completo unos de otros, pero unificados por su cohesión anímica y estilística y su pensamiento subyacente. Con todo, hay un tema que reaparece varias veces: es para cuerdas graves y vientos, y se escucha al comienzo mismo de la partitura. Cada movimiento sigue el mismo procedimiento general, que es además bastante infrecuente. Primero hay una enunciación puramente orquestal, con uno o más temas. Luego sigue una segunda sección, en la cual el violonchelo, acompañado por la orquesta, comenta y expande la primera parte. No hay separaciones efectivas entre los seis movimientos, pero como cada uno de ellos comienza con un definido cambio de atmósfera, no es dificultoso seguir la progresión de la obra.
»Una breve guía a los movimientos:
1. Moderato (poco lento). Principalmente grave y calmo en su expresión.
2. Poco lento. Aquí la atmósfera es decididamente oriental y remota, teñida de cierta amargura.
3. Moderato. Esta sección nos trae un claro cambio de atmósfera, que ahora es más enérgica, amplia y extrovertida. Se cierra con un acorde violentamente tenido para plena orquesta.
4. Adagio piacevole. Un idílico y soñador intermezzo que nuevamente presenta un sabor oriental.
5. Poco agitato. Un movimiento más pesado y poderoso que los anteriores. En este caso, el violonchelo comienza su comentario con una cadenza, mientras los compases conclusivos citan fragmentos de movimientos precedentes.
6. Allegro. Éste es el más vasto y sustancial de los movimientos, y concluye con una nota de poderío y esperanza. Hacia el final, el tema principal del primer movimiento y otros motivos presentados previamente son conmovedoramente rememorados.»
El disco original editado en Argentina es el London SLLC-18133, Estéreo. Los intérpretes son el gran violonchelista húngaro Janos Starker y la Orquesta Filarmónica de Israel, dirigida por el maestro indio Zubin Mehta. (En la otra cara del disco, figura la rapsodia Schelomó.)
Walter: ¿se podría cambiar la expresión "de su raza", al final del primer párrafo?
ResponderEliminarNo sé, ayer justo fui a ver una exposición de fotografías con el tema del Diario de Ana Frank y ver la palabra "raza" me chocó un poquito.
Si te parece bien, luego podés borrar este comentario.
Saludos.
BARULLO:
ResponderEliminarPara mí hay que llamar las cosas por su nombre.
hoi,
ResponderEliminarthese old LPs (1935 !) are certainly interesting (historically) BUT:
THE SOUND is TERRIBLE...!
roger (F)
...THX, anyway!
Soy cellista y hace mucho que busco este disco (grabado en 1970).Podrias hacer una mejor transferencia de tode el long play a wav, ya que tiene un zumbido insoportable.
ResponderEliminarDesde ya muchas gracias.
Aldo de Tucuman